si suman la cantidad de móviles que se tiran a la basura durante un año la pequeña fortuna que lograría quien los retuviera sería tentadora pero hoy la misión de aprovechar y reciclar corresponde a los mineros urbanos.
Estos mineros del siglo XXI tienen como misión buscar y salvar de la basura terminales móviles, el fenómeno que se está experimentando en Japón no tiene otro objetivo que desguazar los antiguos terminales y obtener materiales como el iridio o el oro, metales que están cada vez más caros en el mercado. Los mineros urbanos no tienen como meta hacerse ricos, es simplemente un proceso de reciclaje: los materiales extraídos serán reutilizados en nuevos terminales por lo que la producción se abarata. Con las cifras en la mano las empresas comienzan a estudiar una alternativa que cada vez cobra más fuerza. Una industria basada en la retroalimentación. El mercado ha hecho que las empresas se replanteen la posibilidad del reciclaje. En marzo el oro rondaba un precio superior a los 1.000 dólares por onza cuando hasta no hace mucho el precio se fijaba en los 890 dólares.
El cobre y el estaño también han encarecido en el mercado por lo que en Japón, un país con pocos recursos naturales, la idea ha calado. Sin teléfonos antiguos la cadena de reciclado se rompe, por lo que el consumo es un pilar básico en este sistema de producción. En Japón la media de vida de un teléfono alcanza los dos años y los ocho meses, si se tiene en cuenta que la población alcanza los 128 millones: hay mercado. El principal problema es que de todos los teléfonos que se desechan cada año sólo entre el 10 y el 20% se reciclan. La mayoría de las personas opta por almacenar los teléfonos en casa. Todavía no es un objeto del que se tenga conciencia de que es completamente reciclable.
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